INTRODUCCIÓN:
¿Es posible abordar y alcanzar objetivos del deporte educativo desde un enfoque cooperativo?
¿No existe cierta incompatibilidad entre los objetivos del deporte, como son competir y ganar, con respecto a las finalidades de la cooperación?
En esta serie de escritos intentaremos resolver estos cuestionamientos y hacer una reflexión que permita visualizar en qué consiste y cuál es la importancia de implementar un enfoque cooperativo para ayudar a alcanzar los objetivos del deporte educativo, además abordaremos brevemente los aspectos fundamentales y los objetivos propios del deporte educativo para asimismo postular a las personas que consideramos adecuadas a fin de cumplir con la función de dirigir y orientar las practicas del deporte educativo, quienes deben poseer una formación profesional, científica, ética y pedagógica.
Finalmente explicaremos en posteriores entradas una serie de estrategias didácticas y juegos cooperativos de acuerdo con las bases teóricas que puedan servir para generar ambientes de aprendizaje significativos en la práctica deportiva, y que esta pueda servir para todo tipo de alumnos, con diversas características y con diferentes capacidades.
Tabla de contenido
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El deporte como fenómeno cultural y su impacto en el ámbito educativo |
El docente capacitado y una visión profesional necesaria para abordar el deporte educativo |
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DIFERENCIAS Y CONVERGENCIAS ENTRE EL DEPORTE EDUCATIVO Y EL DEPORTE COMO FENÓMENO CULTURAL.
EL DEPORTE COMO FENÓMENO CULTURAL Y SU IMPACTO EN EL ÁMBITO EDUCATIVO
En su más reciente libro Torres García (2022) nos menciona que el deporte debe ser entendido como un fenómeno mundial que tiene un impacto muy relevante en la sociedad, el cual podría asimilarse incluso al que tiene la tecnología, y como bien nos dice Diaz Barriga et al. (2011) la tecnología en sí misma no tiene nada de educativo, sino que más bien se le puede orientar hacia diferentes finalidades que dependerán del factor humano, igual pasa con el deporte. El simple hecho de insertar el deporte y su enseñanza reglamentada junto con tareas o ejercicios de entrenamiento deportivo no implica necesariamente el cumplimiento de objetivos educativos, y no podemos aseverar que este sólo hecho potencie el proceso de enseñanza-aprendizaje, inclusive pudiendo llegar a ser más bien un “estorbo” o un medio bastante “aparente, superficial, excluyente y violento”.
En relación con esto hace ya algunos años la educación física hizo un cambio paradigmático muy importante en sus prácticas, dejando muy clara la posición de la educación física con respecto al deporte, “el deporte no es un fin, sino un medio de la educación física”, repitiendo constantemente el hecho de que no somos entrenadores sino educadores, de que la sesión no se llamaba “deportes” sino “educación física”. Y si bien podemos concordar con el hecho de que una visión educativa no aborda al deporte en sí mismo como un fin (Sánchez Bañuelos, 1995), nos parece que el discurso se llegó a tergiversar hasta tal punto que se generó un falso dilema entre el deporte y lo educativo, donde se comenzó a abanderar al deporte únicamente como una especie de práctica discriminatoria y elitista centrada sólo en mejorar el rendimiento, y a ver la ciencia deportiva y las prácticas basadas en métodos de enseñanza técnico-deportivas como repudiadas o poco adecuadas en edades infantiles y juveniles.
El gran error sobre esto desde nuestra perspectiva profesional y pedagógica creemos que es sencillo, lo educativo no debería excluir la práctica deportiva, más bien puede utilizarla y beneficiarse de muchas de sus aportaciones y características, puede aprovechar su trascendencia social y la relevancia que tiene para los niños y adolescentes, y puede encaminarse hacia finalidades educativas. Sin embargo, también se debe comprender que el deporte tiene diversas aristas y objetivos, y el deporte por sí mismo puede no implicar una meta pedagógica si no está dirigido de manera competente hacia esos propósitos, y entonces sí que puede excluir lo educativo en algunas de sus prácticas. Lo educativo no excluye al deporte, el deporte sí puede excluir lo educativo si está mal orientado.
Como docentes tenemos dos alternativas, desechar la práctica del deporte y buscar otras opciones, o aprovechar el valor y la estima que se le tiene a lo deportivo en la cultura, pero no para reproducirlo como se ve en los medios de comunicación, y no para intentar practicarlo como en el alto rendimiento o el espectáculo, sino para tomar sus facultades y bondades, y revestirlos de un motivo formativo e instructivo, convirtiéndola en una práctica inclusiva que pueda servirle a todos para mejorar su rendimiento deportivo, sus habilidades motrices, sus capacidades físicas, pero también para convivir, para disfrutar, para divertirse, y para desarrollar todo el aparato cognitivo, psicológico, ético y actitudinal que esta práctica permite abordar.
¿QUÉ ES EL DEPORTE?
Si hablamos de deporte es necesario dar una definición para
establecer una referencia desde la cual pensar, Parlebas (2015) nos menciona
que “el deporte es una situación motriz de competición reglada e
institucionalizada”. Podemos comprender
entonces al deporte como una práctica de tipo competitiva que está gestionada
por una federación y que está institucionalizada, y por ende comprender que una
práctica deportiva en sentido estricto se da cuando esta apegada a un
reglamento vigente de una federación que la rige, ¿Qué sucede con las etapas
infantiles y juveniles? ¿Se tiene que realizar una práctica deportiva
forzosamente igual en edades formativas? ¿Se tienen que reproducir los métodos
y prácticas del deporte reglamentado en todas las poblaciones?
La respuesta a estos cuestionamientos desde la pedagogía
deportiva nos lleva a reconocer que existe la necesidad de ajustar y
desarrollar procesos de aprendizaje orientados hacia la consecución de
objetivos previos e incluso finalidades propias e independientes del deporte en
sí mismo. Este tipo de prácticas que implican una adaptación con respecto a la
competencia y la redefinición del reglamento oficial da surgimiento a las
distinciones entre los diversos conceptos del deporte como son: deporte de alto
rendimiento, deporte de alto nivel, deporte espectáculo, deporte educativo,
deporte recreativo, deporte adaptado y diversas modalidades según cada
exigencia y demanda particular.
Existen por lo tanto diferentes tipos de prácticas
deportivas, dirigidas hacia distintas metas y objetivos y por tanto
constructoras de diversos tipos de comportamientos y actitudes de los actores
que participan en ellas.
Usualmente vemos y conocemos el “deporte espectáculo” y el
“deporte de alto rendimiento” como un fenómeno cultural muy importante y
mediático, de donde surgen muchas figuras como míticos héroes y arquetipos del
máximo dominio físico y corporal, héroes deportivos con una alta influencia
social. Esto por sí mismo no nos parece ni inadecuado, ni malo, e incluso es
algo en lo que participamos y disfrutamos (como ver un juego de la NBA, ir al
estadio a apoyar a nuestro club favorito, portar la playera del ídolo
deportivo, etc.)
Este tipo de deporte esta inmerso en nuestra sociedad y en
nuestros corazones, y pertenece a una esfera social muy específica donde
incluso se mezclan factores políticos y económicos, y donde se hace evidente
todo un modelo propio de nuestros sistemas sociales.
Lo evidente aquí es que nuestros niños y jóvenes viven un
proceso de reproducción e influencia por dicho fenómeno deportivo mediático, y
están igualmente inmersos en este tipo de prácticas que les generan un interés y
motivación al respecto. Como lo menciona Contreras et al. (2001) el deporte
como todo fenómeno cultural adquiere una doble dimensión al relacionarse con la
socialización; por una parte, el participante imita o reproduce gestos y
actitudes propias de la cultura del deporte, pero a su vez, también es llevado
a su vida diaria y a su interacción con la sociedad. Esta
doble dimensión representa un reto enorme para los encargados de organizar y
proponer la actividad deportiva, ya que cada experiencia positiva ayudará a
fortalecer la formación del individuo y lo dotará de mayores elementos para
enfrentar los retos que se presenten al incluirse en las actividades diarias de
su sociedad; pero también existe la posibilidad en la que puede generarse todo
lo contrario y pueda afectarse la formación de cada jugador. Con respecto a
esto Velázquez (2010;2015) nos dice que el comportamiento de los alumnos dependerá
del ambiente de aprendizaje, del énfasis que se hace en la meta, de los
reforzamientos hacia la consecución de ciertos objetivos, de las estrategias y
métodos, y de lo que el “adulto” le enseña como importante dentro de la
práctica deportiva.
Esto no deja de ser interesante, y puede tener una doble
connotación que se convierte en un arma de doble filo, porque hemos aprendido
con la experiencia y con los estudios que la práctica deportiva en edades
infantiles y juveniles no es como se dictamina usualmente por el simple hecho
de practicar el deporte; el discurso nos dice que es saludable, valioso y
formativo. Sin embargo, esto es
completamente falso en muchos casos, y sabemos que el deporte mal aplicado en
edades formativas puede ser altamente frustrante, intolerante, discriminatorio,
elitista y desmotivador. El desarrollo del deporte polarizado hacia la
competición, en su búsqueda del mayor rendimiento, en la importancia que
adquiere la victoria y en la continua lucha por el récord, ha generado y
fomentado unas técnicas y métodos de entrenamiento coherentes con sus
características y objetivos, y que se consideran inapropiadas desde una visión
educativa y formativa. El simple uso del deporte, juegos predeportivos o
prácticas deportivas en edades infantiles y juveniles no garantiza un proceso
de aprendizaje satisfactorio por sí mismo. Si esta implementación no tiene
previamente una serie de reflexiones que puedan situar los contenidos de
acuerdo con las características y necesidades de los alumnos, y no parta desde
una visión del docente como profesional creador de situaciones formativas y
educativas, los objetivos del deporte educativo no se darán.
¿Quiere esto decir que el deporte no debe practicarse?, de
ninguna manera, más bien sabemos que el deporte infantil, educativo, recreativo
e incluso de alto nivel como el universitario no debe practicarse como el
deporte de alto rendimiento o espectáculo, que no se comparten objetivos
similares, que las metas deben ser divergentes, y aunque se parta de un esquema
de características similares, los métodos y estrategias, los contenidos y las
finalidades son muy diversos, y existen otras perspectivas que pueden sin
perder la capacidad de mejorar el rendimiento motriz encaminarse hacia el
disfrute, la recreación, la formación en valores, la cooperación, la ayuda, la
salud, el respeto, etc. Para que esto suceda debe darse bajo la guía y
supervisión de un profesional experto en el deporte formativo y educativo (Blázquez Sánchez, 1999), y
que el uso de los recursos del deporte con una intencionalidad pedagógica es lo
que lo provee de significado.
EL DEPORTE EDUCATIVO Y SUS FINALIDADES
Aunque parezca que el deporte educativo refiere sólo a edades infantiles y juveniles, creemos firmemente que la visión pedagógica y más amplia del deporte abarca todas las edades, y que la práctica deportiva debe ser un derecho de todos, los cuales deberían poder sacar provecho y beneficio de aquellos aspectos positivos que nos da el deporte y que lo convierte en un fenómeno social con un potencial altamente utilizable para muchos fines más allá de la competencia, la victoria y la exclusividad hacia los mejores representantes.
En otro escrito hemos argumentado que desde nuestro particular punto de vista, un gran entrenador no es el que tiene al mejor equipo y los mejores jugadores en su equipos (lo cual puede suceder por diferentes razones y no siempre las mejores), sino que es un gran entrenador aquel que tiene la capacidad de hacer mejores a sus alumnos sin importar quienes sean, su nivel de desempeño o su nivel de habilidad; es decir que la correcta función del entrenador es realizar una intervención pedagógica y científica adecuada de acuerdo con su población (entendemos primeramente en su aspecto de la competencia motriz, pero también con otras visiones y paradigmas).
En este sentido el deporte que se entiende como educativo debe estar en concordancia con la visión de los modelos educativos, que desde hace muchos años han pretendido que toda práctica educativa sea altamente ética y llena de valores, y por lo tanto solidaria y cooperativa, donde se de la competencia, pero también la ayuda, donde se da la victoria, pero también la humildad, donde se da un dialogo, una comunicación respetuosa y afectiva. Nuestros modelos educativos desde hace mucho tiempo se plantean ser inclusivos, que todos tengan oportunidades de aprender y mejorar, tolerantes, y capaces de trabajar con una diversidad de capacidades y personalidades.
Podríamos por lo tanto decir que el problema real no es la práctica deportiva en edades infantiles y juveniles, sino el cómo las personas encargadas dirigen dichas intervenciones, muchas veces sin una formación adecuada en los ámbitos pedagógicos y científicos deportivos, ofreciendo servicios sin una cédula profesional y sin una visión filosófica educativa de sustento, siendo incapaces de comprender el enfoque educativo y la tremenda diferencia entre el deporte como fenómeno mediático y social que en sí mismo no tiene nada de malo, pero cuya reproducción de prácticas y objetivos distan demasiado de aquellos que requiere la psicología infantil, el aprendizaje motriz y el enfoque educativo-formativo, sobre todo pensando en que puedan brindarles oportunidades a todos de participar y de mejorar.
Tampoco significa esto que hagamos a un lado a los alumnos más dotados en sus competencias motrices, sino que el deporte educativo no debe presentarse como exclusivamente enfocado en premiar y beneficiar a los mejores deportistas o en el ganar la competencia como la única meta; sino que debe abarcar a estos jugadores sin hacer que los demás pierdan el gusto y el interés por la practica como cuando notan que no se les presta atención por ser incapaces de realizar una actividad o tarea de forma hábil y coordinada, o cuando no logran visualizar objetivamente sus mejoras por estar siendo siempre comparados con alumnos más avanzados; es necesario realizar practicas que no dejen de reconocer a los mejores sin que esto implique segregar a los menos hábiles, hay que genera prácticas de reconocimiento hacia aquel que tiene mayor aptitud sin que implique envidia o molestia, pero sin que tampoco haya una humillación hacia el que menos puede; un ambiente de cordialidad y cooperación, adherencia al deporte por sus beneficios a todos, donde se pueda aprender a ganar y a perder, a disfrutar el ejercicio físico, a divertirse, a ver como la práctica te hace mejor, aprovechando el agón y la motivación hacia la competencia con la participación activa de todos, buscando la ayuda mutua.
El deporte en este ámbito es el que puede servir de base y como una adecuada presentación para practicantes futuros tanto en el deporte- ocio como en el deporte profesional de élite.
Los objetivos del deporte educativo por lo tanto son concordantes con los objetivos de la educación y por lo tanto también de la cooperación.
Algunas características y objetivos del deporte educativo:
- La meta no es ganar la competencia exclusiva y prioritariamente
- Participar y aprender
- Divertirse, compartir y ayudar
- Mejorar el desempeño motriz
- Hacer amigos
- Sumar esfuerzos para alcanzar un objetivo
Por lo tanto si bien hubo una insistencia de que el deporte no es un fin (y sigue siendo necesario decirlo hasta cierto punto) sino un medio de la educación física y la educación, no debemos tampoco desvincular las prácticas deportivas de su carácter educativo y generar falsas dicotomías, siendo que el deporte educativo tiene finalidades y objetivos que se correlacionan, vinculan y complementan en su totalidad con la educación física y las prácticas motrices con fines pedagógicos (y por lo tanto sí ser un fin), y que además añadimos, deberían ser todas en edades de formación; es decir que la sociedad debería entender la edad infantil y juvenil siempre como etapas donde se están construyendo futuros ciudadanos que deberían formarse para lograr avances en los aspectos fundamentales y valores que se comparten como los necesarios para convivir en una sociedad democrática, solidaria, libre y respetuosa.
EL DOCENTE CAPACITADO Y UNA VISIÓN PROFESIONAL NECESARIA PARA ABORDAR EL DEPORTE EDUCATIVO
Desafortunadamente si los docentes de educación física y los entrenadores con sólida formación nos hacemos a un lado en las etapas de entrenamiento infantil y dejamos a los ciudadanos no profesionales (exjugadores, padres de familia, etc.) sin formación adecuada y sin una base pedagógica, lo que podremos ver que sucede son prácticas que se asemejen más al deporte elitista-espectáculo y dirigidas exclusivamente al alto rendimiento, y que en niños y jóvenes puede volverse un fenómeno antieducativo, frustrante y discriminatorio.
Si pensáramos en el total de alumnos que por su nivel de destreza motriz y su progreso podrán acceder al deporte de alto rendimiento en relación con todos los que “fracasarán” en el intento, podríamos visualizar como una inmensa mayoría de estos alumnos nunca conseguirá dicho objetivo, y por eso el cuestionamiento sería si este sería el único objetivo, si es incluso el prioritario, o si no deberíamos más bien dirigir nuestras prácticas hacia objetivos más amplios.
Si se presta atención a esto que se escribe, no estamos excluyendo el deporte educativo como base o puente para el alto rendimiento o para la mejora del desempeño motriz (sería ilógico no prestar atención a la mejora de las habilidades motrices en una práctica deportiva), sino más bien que sabiendo las condiciones, circunstancias y tantas variables que determinan el éxito deportivo, deberíamos cuidar de mantener un alto nivel de motivación y adherencia, de gusto, de busqueda de mejora y de participación incluso en aquellos que tal vez no logren llegar al máximo nivel (una gran mayoría) y que de no hacerlo sigan viendo el deporte como una alternativa y un hábito para toda la vida del cual tendrán una serie de beneficios que de no hacerse se perderán.
Todo proyecto donde se integre el deporte debe poseer una correcta aplicación de estrategias didácticas que respondan al objetivo y contenidos educativos del proyecto. Para que el uso del deporte tenga un verdadero impacto en la edad escolar, se deben contar con competencias y saberes que sean el sustento de toda su propuesta.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Blázquez, D. (1999). La iniciación deportiva y el deporte escolar. Barcelona: Inde.
- Contreras, O., De la Torre, E. y Velázquez, R. (2001). Iniciación deportiva. Madrid: Editorial Síntesis.
- Díaz Barriga, F., Hernández, Rojas Gerardo., Rigo, Lemini Marco Antonio, (2011), Experiencias Educativas con Recursos Digitales: Prácticas de Uso y Diseño Tecnopedagógico, México, UNAM.
- Parlebas, P. (2015). Juegos, deporte y sociedad. Léxico de praxeología motriz. Paidotribo: Barcelona.
- Velázquez, C. (Coord.) (2010). Aprendizaje cooperativo en Educación Física. Fundamentos y aplicaciones prácticas. Barcelona: INDE.
- Velázquez, C. (2015). Aprendizaje Cooperativo en Educación Física: estado de la cuestión y propuesta de intervención. Retos, 28, 234-239.
MIS DATOS
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Profesor Noé García Pérez Rul |

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